EDUCACIÓN INICIAL

Neurociencia en la Educación Parvularia: la ciencia del aprendizaje temprano

La Neurociencia ha impactado en la Educación Parvularia, etapa crucial en la vida de niñas y niños. Comprender cómo funciona el cerebro en los primeros años de vida permite a las educadoras diseñar experiencias pedagógicas que favorezcan el desarrollo integral.

Neurociencia y desarrollo infantil

Uno de los conceptos clave de la Neurociencia es la plasticidad cerebral, capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales en respuesta a experiencias y estímulos del entorno. Este proceso es más activo durante los primeros años de vida, lo que convierte a la Educación Parvularia en una etapa crucial para sentar las bases del aprendizaje futuro. Por ello, es que actualmente esta disciplina está presente en la malla curricular para la formación de educadoras y educadores.

Anna Forés, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona y experta en los campos de la neuroeducación y la pedagogía, destaca que “niñas y niños aprenden jugando, experimentando y tocando”, ya que el aprendizaje implica una integración de los sentidos. “Cuantos más sentidos implicamos en el aprendizaje mejor aprendemos”, enfatiza. (Leer más)

El juego es la metodología principal en la etapa de Educación Parvularia y también es un gran apoyo para el aprendizaje de la lectoescritura. Evelyn Cordero, directora Ejecutiva de Fundación Arrebol, subraya que “la conciencia fonológica [capacidad de reconocer y manipular los sonidos del lenguaje hablado, que es fundamental para aprender a leer y a escribir] se debería desarrollar jugando, haciendo rimas, bailando”, porque el ritmo permite un mejor aprendizaje de la lectura y la escritura al identificar sonidos iniciales, sonidos finales, para luego pasar al conocimiento del código, que son las letras, explica.

Otro aporte de la Neurociencia Cognitiva a la educación en los primeros años de vida se relaciona con la estructura del aprendizaje según las etapas de crecimiento. Paulo Barraza, Doctor en Psicología especializado en Neurociencias Cognitivas, menciona los llamados periodos críticos y sensibles, en los que el cerebro es más susceptible a la estimulación para adquirir habilidades y destrezas.

“La región visual y auditiva tienen un gran desarrollo en los 3 primeros años de vida. Las áreas frontales, responsables de controlar el razonamiento, regular las emociones, parte del habla, de los movimientos y la producción lingüística y oral, más cerca de los 5 años. Efectivamente, hay un gran desarrollo de las redes cerebrales en los primeros años de vida, que derivan en aprendizajes más rápidos y significativos”, explica, aclarando que el aprendizaje no termina ahí, puesto que podemos aprender de todo a lo largo de la vida.

Neurociencia, arte y diversidad

En el Jardín Infantil Musical Don Osito, la música se utiliza como una herramienta para activar el aprendizaje. Claudia Donoso, directora del jardín y especialista en Neurociencia, desarrolló el programa Despertando las Neuronas, que combina música, arte y naturaleza para estimular el desarrollo cognitivo y emocional (este proyecto fue el precursor del programa del mismo nombre que actualmente forma parte de la parrilla de NTV).

Este se basa en integrar lo sensorial en las actividades pedagógicas. “Lo que necesita el cerebro para aprender es el contacto con la naturaleza, el aire libre, trabajar con las artes, ya que las unidades básicas del arte son las unidades básicas de los sistemas sensoriales”, señala Claudia.

La metodología del jardín también fomenta la inclusión y la neurodiversidad, reconociendo que cada niña y niño evoluciona desde su punto de partida. «La Neurociencia muestra que cuando los ambientes son seguros emocionalmente, los niños, sin importar su condición, progresan de manera impresionante”, añade.

Un día en el jardín Don Osito comienza con la llegada de niñas y niños, quienes de manera autónoma escogen eligen el rincón donde desean iniciar sus actividades. Luego, se inicia Despertando las Neuronas a través de la música, lo que predispone al cerebro a estar en mejores condiciones para el aprendizaje.

A continuación, participan en el brindis saludable, donde beben agua y cultivan el sentimiento de gratitud, seguido de ejercicios de respiración para fomentar la calma y la armonía. Estas prácticas crean un ambiente emocionalmente seguro, propicio para el desarrollo integral.

Posteriormente, se reúnen en la asamblea, un círculo donde comparten sus vivencias y discuten temas de interés. “Es en este espacio surgen los ritos de aprendizaje, que son proyectos educativos diseñados por las educadoras, siempre partiendo de lo concreto y promoviendo la interacción social. El cerebro es un órgano social, y el aprendizaje se enriquece enormemente a través de las relaciones con los demás”, detalla.

El almuerzo se convierte en una instancia para reforzar la importancia de una nutrición saludable, esencial para el desarrollo cerebral. Finalmente, el día culmina con una despedida en círculo, donde niñas y niños comparten lo que aprendieron y expresan las emociones con las que se retiran a casa, cerrando la jornada con un sentido de logro y conexión.

Este enfoque integral no solo atiende las necesidades cognitivas, sino también las emocionales y sociales, forjando una base sólida para el aprendizaje y el desarrollo futuro.

Claudia Donoso, directora del Jardín Infantil Musical Don Osito

La Neurociencia plantea que todo va desde la emoción a la cognición. Entonces, cuando los ambientes son seguros emocionalmente y están constituidos por adultos referentes de apego, niñas y niños, sin importar su condición, evolucionan de manera impresionante.

Fuente: Educarchile